En Beetlejuice (película de Tim Burton) los personajes debían pronunciar tres veces el nombre de un fantasma para que apareciera.
Este año, cientos de fanáticos pronunciaron con total devoción “Tim, Tim, Tim” para que el aclamado director de cine (ahora sí) viniera al festival Expresión en Corto… y ayer se cumplió el “ritual”.
En punto de las 9:20 de la noche Burton literalmente puso de pie al Auditorio del Estado con tan sólo aparecer en el recinto.
Más de mil 500 personas, entre público, medios nacionales e invitados especiales como el actor Héctor Jiménez (“Esqueleto” en la película “Nacho libre”), atestiguaron la sencillez de Tim Burton, quien en todo momento parecía “espantado” por tantas demostraciones de afecto.
Lo primero que hizo: llevarse una mano al corazón para agradecer los aplausos, una reverencia y un efusivo saludo al balcón, que le valió una fuerte ovación por parte de la fantasmagórica zona de Gayola.
Luis Felipe Tovar, conductor del evento, rompió el hielo y se sinceró: “Muchos actores quisieran trabajar con Tim y aprovecho estos micrófonos para decirle ‘Señor Burton, ¿no quiere llevarse algo de este País que le salga barato? (…) Señor Burton, se lo juro que no vengo caracterizado… así soy”.
Posteriormente, Astrid Haddad apareció en el escenario para interpretar dos canciones y así homenajear al director. Aparte de su voz, otro elemento destacado fue su colorido vestuario y sombrero, que evocaba a los macabros personajes de Burton.
“Muchas gracias, me siento muy agradecido”, dijo el invitado de honor, mientras Sarah Hoch y Eduardo Romero Hicks, alcalde de la ciudad de Guanajuato, preparaban sus respectivos regalos: la Cruz de Plata de Expresión en Corto y la escultura de unas momias.
Burton, fiel a su sencillez, dijo al micrófono que se sentía muy feliz por este reconocimiento.
Otra sorpresa de la noche fue cuando Astrid inició una lluvia de confeti que Burton recogió del piso para seguir aventando. En total, Tim no estuvo más de 40 minutos en el Auditorio del Estado, sin embargo dicen que lo importante es calidad y no cantidad.
Se fue Tim pero lo relevó Jack. En la pantalla gigante se proyectó “El extraño mundo de Jack”, que fue un auténtico regalo para los verdaderos seguidores del director norteamericano.
Lo pelean policías y reporteros
Una lluvia de flashes anunció lo que todo mundo esperaba: la llegada de Tim Burton al Auditorio del Estado. Eran las 8:30 de la noche y el director llegó en una camioneta Volvo.
De inmediato se formaron dos vallas: una de policías que escoltaban el vehículo y otro de fotógrafos. Por supuesto los primeros empujaban hacia atrás y los segundos hacia adelante, lo que provocó el caos.
Una vez que el ‘Burtonmovil’ llegó a la puerta trasera del Auditorio del Estado, la fila de policías literalmente se rompió por la “enjundia” de los camarógrafos, quienes corrieron a la puerta para meter micrófonos y grabadoras.
Luego de un par de conatos de pelea (empujones, codazos y pisotones) entre reporteros y policías, Sarah Hoch llegó a poner orden.
“¡Tranquilos, tranquilos! ¿Todos están bien?, ahorita sale Tim. Calma”, pidió al ver que los ánimos de ambos bandos subían.
Hoch abrió la puerta, saludó de mano a Tim… y nuevamente vino el caos, “¡Unas palabras, unas palabras!”, gritaban los medios mientras el director ponía cara de ¿what? y caminaba entre apretones.
Finalmente llegó hasta la puerta y todo regresó a la normalidad.
Más de mil 500 personas, entre público, medios nacionales e invitados especiales como el actor Héctor Jiménez (“Esqueleto” en la película “Nacho libre”), atestiguaron la sencillez de Tim Burton, quien en todo momento parecía “espantado” por tantas demostraciones de afecto.
Lo primero que hizo: llevarse una mano al corazón para agradecer los aplausos, una reverencia y un efusivo saludo al balcón, que le valió una fuerte ovación por parte de la fantasmagórica zona de Gayola.
Luis Felipe Tovar, conductor del evento, rompió el hielo y se sinceró: “Muchos actores quisieran trabajar con Tim y aprovecho estos micrófonos para decirle ‘Señor Burton, ¿no quiere llevarse algo de este País que le salga barato? (…) Señor Burton, se lo juro que no vengo caracterizado… así soy”.
Posteriormente, Astrid Haddad apareció en el escenario para interpretar dos canciones y así homenajear al director. Aparte de su voz, otro elemento destacado fue su colorido vestuario y sombrero, que evocaba a los macabros personajes de Burton.
“Muchas gracias, me siento muy agradecido”, dijo el invitado de honor, mientras Sarah Hoch y Eduardo Romero Hicks, alcalde de la ciudad de Guanajuato, preparaban sus respectivos regalos: la Cruz de Plata de Expresión en Corto y la escultura de unas momias.
Burton, fiel a su sencillez, dijo al micrófono que se sentía muy feliz por este reconocimiento.
Otra sorpresa de la noche fue cuando Astrid inició una lluvia de confeti que Burton recogió del piso para seguir aventando. En total, Tim no estuvo más de 40 minutos en el Auditorio del Estado, sin embargo dicen que lo importante es calidad y no cantidad.
Se fue Tim pero lo relevó Jack. En la pantalla gigante se proyectó “El extraño mundo de Jack”, que fue un auténtico regalo para los verdaderos seguidores del director norteamericano.
Lo pelean policías y reporteros
Una lluvia de flashes anunció lo que todo mundo esperaba: la llegada de Tim Burton al Auditorio del Estado. Eran las 8:30 de la noche y el director llegó en una camioneta Volvo.
De inmediato se formaron dos vallas: una de policías que escoltaban el vehículo y otro de fotógrafos. Por supuesto los primeros empujaban hacia atrás y los segundos hacia adelante, lo que provocó el caos.
Una vez que el ‘Burtonmovil’ llegó a la puerta trasera del Auditorio del Estado, la fila de policías literalmente se rompió por la “enjundia” de los camarógrafos, quienes corrieron a la puerta para meter micrófonos y grabadoras.
Luego de un par de conatos de pelea (empujones, codazos y pisotones) entre reporteros y policías, Sarah Hoch llegó a poner orden.
“¡Tranquilos, tranquilos! ¿Todos están bien?, ahorita sale Tim. Calma”, pidió al ver que los ánimos de ambos bandos subían.
Hoch abrió la puerta, saludó de mano a Tim… y nuevamente vino el caos, “¡Unas palabras, unas palabras!”, gritaban los medios mientras el director ponía cara de ¿what? y caminaba entre apretones.
Finalmente llegó hasta la puerta y todo regresó a la normalidad.
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